martes, noviembre 22

Hay un duende en mi casa... (y se llama Twiny)

Este cuento es un regalo para C, lo que es especialmente-especial, pensando que en 5 días más cumplimos un año de familia legal. La cosa es que este texto lo escribí hace nueve años, en una asignatura de segundo año de Universidad. Al releerlo, me hubiera gustado cambiar algunas partes, especialmente la identificación de color con bondad-maldad... pero bueno, en ese minuto lo escribí así, y así lo dejaré.

Para tí, mi querido C, la historia de Twiny...


Dicen, que cada vez que se te ha perdido algo debes buscarlo una, dos y tres veces. Dicen, que si no lo encuentras a la tercera, debes buscarlo por cuarta vez. Y si al final estás tan cansado que ya no tienes ganas de seguir buscando, debes sentarte en tu cama y gritar –bien fuerte-: ¡¡¡Duende travieso, devuélveme mis cosas!!!

Nota 1: También dicen que puedes agregar unos buenos garabatos, pero no creo que eso sea recomendable para niños como tú... ¿o no?

Hay gente que no lo cree y prefiere confiar en una limpieza a fondo, lo que puede parecer más efectivo pero es bastante menos mágico.

Yo sí lo creo. Lo creo y lo aseguro. Lo afirmo y lo reafirmo. Yo, me llamo Daniela y creo que los duende existen.

Lo creo porque... (tal vez no me vas a creer);
Lo creo porque... (te aseguro que es verdad);
Lo creo porque... (no, si no estoy loca);
Lo creo porque... en mi casa hay un duende.

Si quieres, te puedo contar la historia de cómo lo conocí. Si no quieres, te puedes ir a leer otra cosa (¡JA!)

Primero debo presentar a una parte fundamental de este cuento: MI MAMÁ.

Mi mamá nació hace... unos cuantos años atrás. Mis abuelos la llamaron Ariadna, un nombre particular que la condenó a ser especial toda su vida.

Mi mamá se crió bailando twist, jugando a las muñecas, recitando interminables poesías, peinando los flequitos de las alfombras y molestando a medio mundo.

Con el tiempo, creció en tamaño, en edad y le aparecieron canas. Se casó y tuvo tres hijos. Se convirtió en adulto, pero sólo por fuera, porque por dentro seguía (y sigue) tan niña como siempre. Hoy mi mamá prende inciensos, mira las estrellas, canta como los tres chiflados, hace pucheros, se ríe de chistes fomes (sobre todo si los ha inventado ella misma) y hace muchas otras cosas que sería latero contar.

Pero vamos a la historia.

Un día, cerca de Navidad comenzaron las situaciones sospechosas. De un momento a otro se perdían lápices, cuadernos, llaves, cajitas de fósforos, autitos... todo. ¿Te imaginas lo que sucedía cada vez que alguien descubría una de estas extrañas desapariciones?:

¡Dónde lo dejaste!
¡Tú lo escondiste!
¡Mis llaves!
¡Busca bien!!
¡Mamá, ¿y mi cuaderno?!

Entonces, cuando ya parecía que nos desmayábamos de desesperación, mi mamá se sentaba tranquilamente y decía: “Ya pues Twiny, devuelve las cosas que te robaste!”

- ¿Twiny?, a mi mamá le está afectando la edad- pensaba yo.

Pero lo raro era que, inmediatamente después, todo lo misteriosamente desparecido, misteriosamente aparecía.

Hasta ese momento, yo creía que todo era una broma de mi mamá. Tampoco le creí cuando nos contó que las luces del arbolito se habían prendido solas, que los autitos a pila funcionaban... sin pilas, o que el Twiny la había visitado,

- Mamá, ¿qué es un Twiny?
- No es “un”, es “el”, el Twiny es un duende.
- Ah!, un duende... ¡¿un duende?!

¿Qué dijo?
¿Dijo duende?
¡Sí, dijo DUENDE!

Cuando me enteré de la noticia, pensé que a mi mamá, definitivamente, se le había caído un tornillo. Para descartar mis terribles ideas corrí a la biblioteca de mis hermanos chicos, y me senté entre cuatromilcuatrocientosveintiún (4.421) libros. En alguna parte tenía que haber algo sobre duendes.

Leí La Caperucita Roja, Blanca Nieves, veinte condoritos, La Bella Durmiente y el Vaso de Leche. Nada. Nada. Nada,. De enanos, brujas, lobos y Pepes Cortisonas sí, pero de duendes no.

Mi abuela siempre dice que el que la sigue la consigue, y en el libro tresmilnovecientosochentaycinco (3.985)... ¡Lo conseguí!, ahí estaba lo que buscaba.

“Duende: ser, algo que existe; que no lo puedes tocar pero que puedes sentir; que a veces lo ves y otras veces no lo ves. Los duendes viven en casas donde hay niños que no saben leer o adultos con alma pueril. Los duendes se dedican a hacer pequeñas travesuras como esconder cosas y devolverlas después. También les gusta ver tele (sobre todo monitos animados) y comer galletitas dulces. Atención: hay duende buenos y malos, los primeros son blancos y los segundos son negros”. (Además había una foto de un duende bueno –sin barba- y de un duende malo – con barba-).

¡Ajá!, así que eso era un duende.

Pero algo no cuadraba. En mi casa todos sabemos leer, por lo tanto no podíamos tener un duende. Era imposible. A menos que uno de mis hermanos nos estuviera engañando y en realidad no supiera leer. A menos que... ¿qué será pueril? (algo feo seguro).

Nota 2: Yo lo daría un premio al señor inventor del diccionario, aunque también da hartos dolores de cabeza a la hora de hacer tareas.

Pueril: relativo al niño, infantil.

... adultos con alma pueril
... adultos con alma infantil

¡Eureka!: mi mamá.

¡El duende estaba en la casa por mi mamá!, ¡el Twiny era el duende privado de mi mamá!. Ahora le creí todo y comprobé, con alegría, que mi mamita adorada no estaba loca, que el duende existía, que no era un invento.

Sabía qué era y por qué estaba en MI casa, pero no sabía cómo era, cuál era su idioma o qué ropa usaba. La decisión estaba tomada.... ¡tenía que encontrarlo!.

Calladita calladita recorrí rincones, revisé debajo de las camas, revolví closets y cajones. Lo busqué durante miles de horas y millones de segundos., No hubo caso, el duende no aparecía. Aburrida y muy, pero muy desilusionada, abandoné mi esforzada tarea.

Pasaron dos semana y me olvidé totalmente del Twiny. Por lo menos eso pensaba yo, hasta que un día me senté a ver monitos animados (en realidad, esto puede parecer un ridículo y fome detalle, totalmente indigno de ser contado en un cuento, pero... paciencia). Me acuerdo que de repente traté de cambiar el canal pero no pude. Lo intenté otra vez, pero tampoco pude: el control remoto no estaba.

Lo busqué, lo rebusqué y lo requetebusqué. Resultado, NADA.

Entonces me acordé: “¡Ya pues Twiny, devuélveme el control!”.

(Jijijijijiji)

¿Qué fue eso?

(Jijiji)

¿Quién me está molestando?

(Jiijijiji)

Miré hacia la puerta y... AHÍ ESTABA. Cerré los ojos, conté hasta diez y los volví a abrir. Ahí estaba todavía.

Era blanco (suspiré porque era de los buenos), medía aproximadamente cuarenta centímetros con tres milímetros y pesaba cerca de veinte kilos con tres gramos. No tenía barba ni bigotes, usaba un sombrero puntiagudo y uno botines con cascabeles. Se veía tan joven como un niño humano, aunque después supe que tenía 867 años, 9 meses, 3 semanas, 4 días y 22 horas. Lo que equivale a la “edad del pavo” en tiempo duenderil.

Se acercó y me sonrió burlón. “Ahí está”, me dijo.- Claro, el control remoto estaba frente a mis narices,

-Así que ti eres el Twiny,
-Sí, por lo menos así me dice la Yani.

Nota 3: Yani es el diminutivo de Ariadna, por lo tanto el Twiny se refería a mi mamá.

-¡Ah! Bueno, mucho gusto (¿qué más le podía decir a un duende recién conocido?)
- Igualmente
- Mmmm.
- Mmmmm.
- ¿Quieres ver tele?
- ¡Claro!, pero no cambies el canal.

Nos hicimos amigos. Todas las tardes, cuando no había nadie cerca, nos sentábamos a conversar de dimensiones desconocidas o de la inmortalidad del cangrejo.

Me contó que antes había vivido en un castillo medieval de algún lugar de Europa. Cuando se aburrió del ruido de peles de caballeros andantes con armaduras rotas y doncella pitucas y aseñoradas, se escondió en un barco y viajó a América del Sur. De siglo en siglo y de sitio en sitio, llegó a la casa de mi mamá (se les contara casa historia que vivió en los lugares que visitó, tendría para escribir una colección de cuentos de varios tomos).

Mi mamá resultó ser una niña tan divertida y el Twiny lo pasaba tan bien, que cuando entró al colegio y aprendió a leer, el duende decidió quedarse.

Todos los días decía: mañana me voy... mañana me voy... pero pasaron los años y el mañana de la partida nunca llegó. Justo cuando tenía listas la maletas, mi mamá hacía alguna payasada y al Twiny le daba tal ataque de risas que no podía partir (a los duendes les encanta reír, tanto como comer galletitas).

Nuestra amistad ha durado años. Yo entré a la Universidad y mi mamá sigue tan graciosa como siempre, por lo que el Twiny aún no se va. Estoy tratando de convencerlo de que después se vaya a mi casa, cuando yo tenga muchos hijos para que jueguen con él. Trato pero me cuesta, porque dice que no soy tan divertida como mi mamá (pero entreno todos los días para llegar a ser como ella en un tiempo más)

Por ahora, seguimos viendo monitos juntos, me ayuda con mis tareas, me compaña cuando estudio y me esconde las cosas. A pesar de mis esfuerzos, aún no he conseguido que aprenda que no es entretenido que las cosas desaparezcan. Espero que lo entienda algún d

¿Twiny?

¿Twiny?

¿Estás ahí?

(Jijijijiij)

¡¡Ya pues Twiny, devuélveme el lápiz!!

lunes, noviembre 21

¡Las mujeres decimos basta!

MARCHA
Jueves 24 de noviembre a las 20:30 horas
Congreso Nacional (Valparaíso)
(de blanco y con antorchas)


Nada justifica la violencia hacia las mujeres, sin embargo, día a día centenares son maltratadas y muchas asesinadas por sus parejas o ex parejas, tras largas historias de amenazas y castigos que no fueron sancionados a tiempo.

Dentro y fuera de la familia, las mujeres somos violentadas de múltiples formas: acosadas sexualmente en el trabajo y en las calles, en las escuelas y universidades, estereotipadas y objetualizadas en la publicidad, violentadas sexual, psicológica y económicamente, y como expresión última de este continuo de violencia, asesinadas. Esto es el femicidio, la manifestación más extrema de violencia contra las mujeres.

La transición democrática postergó los derechos de la mujeres. La promulgación de la nueva Ley de violencia intrafamiliar que, entre otras medidas, tipifica el delito de “maltrato habitual”, físico o psicológico, salda en parte la deuda histórica que el Estado chileno tiene con las mujeres.

Sin embargo, es indispensable reconocer, prevenir y sancionar las diferentes formas de violencia que recaen sobre las mujeres heterosexuales, lesbianas y trans, las indígenas y migrantes, las trabajadoras, las niñas, las jóvenes y las ancianas, en sus relaciones públicas y privadas.

El Estado debe cumplir cabalmente los compromisos adquiridos a través de los tratados internacionales vigentes en el país. Quien asuma el próximo gobierno y quienes resulten elegidos en el Parlamento, y el poder judicial, tienen la obligación de dar cuenta pública de su gestión y sus resultados ante la ciudadanía. Las organizaciones de mujeres estaremos vigilantes de que esto se cumpla.

Los medios de comunicación y todas las instituciones de la sociedad son también responsables de promover los cambios culturales necesarios para la erradicación de la violencia contra las mujeres. De otra forma seguirán siendo cómplices de este delito.

La Red Chilena Contra la Violencia Doméstica y Sexual, organizaciones feministas y de mujeres, convocamos a una marcha nocturna para manifestar nuestra decisión de no tolerar en nuestras relaciones públicas y privadas ninguna forma de violencia sexista.

Por nuestro derecho a una vida libre de violencia

¡¡ÚNETE A LA MARCHA!!

Jueves 24 de noviembre a las 20:30 horas
Congreso Nacional (Valparaíso)
(de blanco y con antorchas)

Red Chilena Contra la Violencia Doméstica y Sexual
Organizaciones feministas y de mujeres

Acerca de mí

Mi foto
Daniela es mi nombre. @danilazcano en twitter. Periodista de profesión... docente de comunicación de vocación. El ejercicio de este blog no es más que un reencuentro con el "Querido diario:" de la infancia, cambiando la libretita rosada y con candado, por la apertura "infinita" de la blogósfera. Así, resulta sólo una bitácora... y de un bucle... por Morin, y por la genética que pobló mi coronilla.