miércoles, octubre 25

Confesionario 2: La gula


Gula: ante la comida y bebida.

Sr. Juez, confieso que he comido.

No puedo dejar de comer. De verdad, juro que lo intento... por lo menos de discurso, pero me supera. Y en esta confesión, lo siento, pero como los cobardes más cobardes.... no caeré sola. Sí Sr. Juez, por la gula culpo a Y y sus platos de papas fritas como aliño de mi infancia, que comía escondida debajo de la mesa para que nadie me pidiera. Culpo a sus panes con queso derretido. A sus uvas partidas por la mitad para que no me molestaran las pepas.

El domingo como si nada, me compré un chocolate. Luego, una gomitas ácidas. Para terminar cínicamente el día con un vaso de leche y linaza. No importa, era domingo, y las dietas se empiezan los lunes... eso todo el mundo lo sabe.

Desde siempre, he sido experta en dietas. La de la Nasa... que dura 13 días, con una oferta de pérdida de peso de 10 kilos y la promesa de no recuperarlos nunca más. La del arroz y los monjes –una de las más ridículas-, donde en un vaso de agua se deposita la cantidad de granos de arroz equivalentes a los kilos que se anhelan perder (luego hay que romper el vaso… para romper con los kilos… se entiende). La del limón –la más ridícula de todas-, consistente en tomar el jugo de 1 limón en ayunas el día 1, el de 2 limones el día 2, el de 3 limones el día 3.... el de 14 limones el día 14... para comenzar la cuenta regresiva. En complicidad con mi amada M compramos una malla gigante de limones, pero nos mantuvimos sólo hasta el día 4.

La de los carbohidratos. La de las proteínas. La de la luna. La del lagarto. La de la iguana. La de la manzana. Pastillas naturales. Pastillas prohibidas. Visitas al baño luego de comer.

Si Sr. Juez, confieso que he comido.

Si Sr. Juez, confieso que he sido obsesiva, autodestructiva. Y ridícula también... como la vez que seducida por el “llame ya” compré un par de aros... adelgazantes… es que al ponerlos en las orejas tocaban un punto justo que bloqueaba los impulsos del estómago... en algo así como un principio de acupuntura y sabiduría milenaria.

Sr. Juez, confieso que he bebido.

Que he bebido hasta el hastío. Hasta la risa. Hasta la euforia. Hasta el anclaje. Hasta el fin de las transmisiones. Hasta la duplicidad. Hasta la incoherencia. Hasta la incomunicación verbal. Hasta la irresponsabilidad de instalarse frente al volante.

Si Sr. Juez, confieso que he bebido... y confieso también que las resacas ya no son lo inofensivas de antaño... Y que el rostro me delata.

Por último, confieso que espero ya que sea viernes, para celebrar con comida y bebida hasta el exceso.

martes, octubre 24

Confesionario



Nunca he estado en un confesionario.

Miento. Una vez entré, pero no supe qué decir. No por falta de “pecado”, sino mas bien por falta de cultura-católica. Ese mismo día, quise comulgar. Estuve en la fila. Avancé. Llegué de cara a la hostia. Nuevamente no supe qué decir y me devolví a mi asiento. Tenía 8 años y era la misa de aniversario de mi colegio de niñas (de niñas, no de monjas ni señoritas). Mitológicamente, las alternativas que teníamos eran ir a la misa o barrer el patio, por lo que –como era de esperar- los patio seguían sucios y todas partíamos –con cara de santas y en filita- a la parroquia de Viña.

Luego de ese día, nunca más me acerqué a un confesionario. Y las veces que he ido a misa se han concentrado en matrimonios y funerales. Eso, a pesar de haber estudiado y trabajar bajo la atenta mirada de la cruz.

lunes, octubre 23

Otros cumpleaños

Por estos días muchos cumpleaños han andado dando vueltas. Como saben, C. Además, este blog. Sole la buena para las travesuras. Mis amigas Macca y Tatiana. Yo, en unos días. Y la Escuelita.

De hecho, el pasado sábado, hubo reunión binanual de ex-ucevitos-periodísticos, con motivo de los 12 años. Pues un 12 años, es un 12 años.


70 en total. De mi curso, los primeros de todos, sólo 4. Es que en realidad, curso unido nunca fuimos. Al revés. Todo lo contrario, como bien destacó Roberto en su discurso final de titulación.

A veces creo que fue porque estábamos juntos y solos todo el día. Tal vez vernos tanto las mismas caras terminó en hastío y odiosidad. Incluso ahora que han pasado 11 años desde que entramos a la Escuela, y 7 desde que salimos, las narices se arriscan al escuchar ciertos nombres. Tendencia que tb practico, debo confesar.
Como si nadie hubiera cambiado. Como si el tiempo y el espacio se hubiera trasladado. Como si uno mismo fuera el mismo de esos años, que llegó a primer año con polerón de ratón Mickey.


Nota: fotitos del encuentro en www.periodismoucv.cl

Acerca de mí

Mi foto
Daniela es mi nombre. @danilazcano en twitter. Periodista de profesión... docente de comunicación de vocación. El ejercicio de este blog no es más que un reencuentro con el "Querido diario:" de la infancia, cambiando la libretita rosada y con candado, por la apertura "infinita" de la blogósfera. Así, resulta sólo una bitácora... y de un bucle... por Morin, y por la genética que pobló mi coronilla.