martes, noviembre 1

A dos años del cambio de folio


El jueves pasado cumplí 28, lo que me deja a dos años del cambio de folio. A dos años del paso de veinteañera a treintona. Desde hace un tiempo he comenzado a tomarle una cierta "fobia" a los cumpleaños, lo que me hace pensar que el paso del tiempo es en realidad algo que me preocupa más de lo que quisiera reconocer.

Si no recuerdo mal, todo comenzó cuando cumplí 25. Diez años antes, a mis 15, escuché a una prima reflexionar sobre su inminente llegada al cuarto de siglo. En ese minuto -y con toda la inocencia y desparpajo de los 15- mi prima me pareció todo un vejestorio. Lo interesante es que a la vuelta de la vida, me encontré yo misma cumpliendo 15.

Una amiga, Carola, fue la primera en dar la señal de alerta. "Estás deprimida". No, para nada. "Sí: pones mala cara al oir hablar de tu cumpleaños". Ahí estaba, clarito como el agua... me había convertido en el vejestorio de 25.

¡Qué estupidez más grande! Ahora tengo tres años más, y de vejestorio nada -creo yo- lo que me hace pensar en la maravilla de la teoría de la relatividad.

Sin embargo, aún no me convencen del todo los cumpleaños, y eso que siempre lo he pasado bien en ellos, especialmente desde que conocí a C, quien año a año se ha preocupado de hacer un evento especial.

Una de las mayores características de mis celebraciones, ha sido el factor sorpresa. En la Universidad, mis compañeritos me hicieron 3 fiestas sorpresas durantes 3 años seguidos. Lo mejor de todo, es que en ninguna sospeché nada.

Hace dos años, fue C el organizador del evento con factor sorpresa, oportunidad en que -cual Pollo Fuentes en sus mejores épocas del Venga Conmigo- invitó hasta amigas de colegio que él nunca había conocido.

Esta vez, C fue también quien me impulsó a celebrar. Primero a regañadientes, pero luego con "embale" total, surgió la celebración ecléctica-posmoderna "todo el mundo arriba", es decir, una sola celebración, todos los amigos, sin mediar conexiones previas.

El sábado en la tarde, mis nervios derivaron en neura -mil disculpas a las víctimas inocentes-, y luego, al ver los buenos resultados sobre la marcha, las sobrerevoluciones, los grados de alcohol y la alegría se tornaron en cansancio fatal y desparecimiento repentino (qué plancha!). Resultado: aún me están contando el final de mi cumpleaños.

Lo bueno de todo, es que esta celebración me ha motivado para preparar una gran celebración de 30. Tiempo tengo, tanto como para prepararla, como para acumular horas de sueño desde ya.

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Acerca de mí

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Daniela es mi nombre. @danilazcano en twitter. Periodista de profesión... docente de comunicación de vocación. El ejercicio de este blog no es más que un reencuentro con el "Querido diario:" de la infancia, cambiando la libretita rosada y con candado, por la apertura "infinita" de la blogósfera. Así, resulta sólo una bitácora... y de un bucle... por Morin, y por la genética que pobló mi coronilla.